31/10/07

Métodos del Conocimiento según J. S. Mill

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En wikipedia:


Se destaca que este gran economista era un filósofo y metodólogo de primera magnitud. Se dice que revolucionó la forma Aristotélica de pensar con la creación de sus 5 señeros métodos del conocimiento. Ya no de lo general a lo particular con la deducción del silogismo de Aristóteles sino de lo particular a lo general conforme los tiempos experimentales lo indicaban, usando la inducción.

Extractamos lo relacionado con la metodología:

"John Stuart Mill (Londres, 20 de mayo de 1806Aviñón, Francia 8 de mayo de 1873) fue un filósofo, político y economista inglés representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo, planteamiento ético propuesto por su padrino Jeremy Bentham, que sería recogido y difundido con profusión por Stuart Mill .

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La obra maestra de Mill fue Sistema de la lógica inductiva y deductiva, revisada y editada en numerosas ocasiones.

Una influencia primordial para esta obra fue la Historia de las ciencias inductivas (1837) de William Whewell.

La reputación de la obra de Mill estriba principalmente en el análisis de la prueba inductiva, que se contrapone a los silogismos aristotélicos, de naturaleza deductiva.

Mill formula cinco métodos de inducción que han pasado a conocerse como los Métodos de Mill: el método del acuerdo, el método de la diferencia, el método común o doble método de acuerdo y diferencia, el método de residuos y el de variaciones concominantes.

La característica común de estos métodos, el verdadero método de la investigación científica, es el de la eliminación.

El resto de métodos están, por lo tanto, subordinados al método de la diferencia.

Otro intento de Mill fue postular una teoría del conocimiento del estilo de John Locke.

Mill fue, sin duda, el gran filósofo de la Inglaterra victoriana. Una sociedad caracterizada por el desarrollo económico, el bienestar material y la comodidad reconocía el valor que tenían para la vida valores como lo mensurable y lo útil. Al mismo tiempo se asistía al esfuerzo de amplios grupos, como los trabajadores o las mujeres, por no quedar al margen de esa prosperidad. Y la aristocracia, satirizada años más tarde en las obras de Wilde o Shaw, miraba con recelo los “excesos” de la democracia, aceptada ya a regañadientes como un destino con el que habría que convivir y que sólo cabía modificar, no eludir.

Una vez más se cumplía el diagnóstico del viejo Hegel: la filosofía era el tiempo expresado en conceptos.
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